Pico El Ávila
Pico El Ávila
Hoy 06 de agosto de 2017, a las seis de la mañana del día domingo, me
levanté para ir a mi Cerro El Ávila, mi esposa se despertó me preguntó ¿Tú vas
a subir con ese mal tiempo? Le respondí “Después de la tormenta, siempre llega
la calma” Tenia como quince días sin correr, sin ningún entrenamiento, dándole
uno días de descanso a mi cuerpo, también por los eventos político del país.
Me vestí, equipé mis potes de aguas, mi cinturón de hidratación, las llaves,
algo de dinero en efectivo, mi cédula de identidad, y mi porta tickets del
metro, al salir del Callejón Lugo en la avenida San Martín, ya los vecinos
estaban realizando la gran cola para comprar el pan, los saludé, me despedí, me
dirigí hasta la estación del Metro Artigas, por ser un día domingo se tardó
demasiado más de 15 minutos, ya eran más de las 7 y media de la mañana,
pensando cual sería la ruta que tomaría hoy, por experiencia propia y como
conozco al cerro, sabía que debido a la lluvia, el Corta Fuego habría mucho
pantano y charcos de agua, en cambio por el sector Gamboa de San Bernardino, el
agua de lluvia siempre limpia la carretera, me bajé en la estación del metro
Parque Central, al salir a la avenida, vi que el cerro estaba nublado y muy
gris el día, camino siempre desde Parque Central, paso por la avenida Bolívar,
Bellas Artes, la Candelaria, San Bernardino, Hospital del Niño, la Comandancia
de la Marina, Clínicas Caracas, San Bernandino , Hotel el Ávila, hasta la
entrada del Cerro El Ávila, al llegar saludé al amigo que vende jugo de
naranja.
Muchos excursionistas subiendo a esa hora, comencé a subir con un trote suave,
al pasar los excursionistas los saludaba, les daba los buenos días, la
carretera estaba muy limpia, al llegar al corta fuego apenas el sol estaba
saliendo, a eso de las ocho y media de la mañana, las nubes tapaban los rayos
solares, seguimos la ruta pasamos por el puesto de Guarda Parque de San
Bernardino, en una de las curvas me encontré a un grupo, identifiqué a una
amiga running a Luisa, le jugué una broma, pidiéndole permiso para pasar, se
apartó sorprendida, la saludé, seguí ascendiendo por la carretera de cemento o
macan como le dicen, tenía mucho tiempo sin subir por esta zona del parque,
quedé sorprendido al ver una parte de un camión, la parte de atrás, la Batea
completa, cómo subió hasta allá arriba no sé, cosa que pasan en mi Venezuela,
lo prohibido es permitido, sólo un loco sube un camión por esas cuestas, me
imagino que se le fueron los frenos, le quitaron la batea se llevaron remolcado
el camión, ahora está abandonado a la orilla del barranco, dándole un mal
aspecto a esa zona de pinos, que es muy bonito, curva tras curva a un paso
rápido saludando y hablando con las personas .
Ya casi llegando a la Cruz del Ávila, saludé a otro grupo de corredores, al
pasar por la cruz, me quite la gorra y me persigne, al pasar por las guayas del
teleférico, vi que aún no estaba funcionando, Caracas se veía ilumina por el
sol, pero con muchas nubes, pude apreciar las montañas hacia el sur de la
ciudad.
Llegué al puesto de Guarda Parque de Papelón, saludé a unos excursionistas que
estaban acampando, seguí el camino para afrontar el Segundo Portal Mágico del
Cerro El Ávila, las rejas de paso hacia las antenas de Mecedores, desde este
lugar comienza la subida conocida por los corredores como LA PARED, muchas
hojas y palos y resto de lo que trajo el agua de la lluvia, la carretera estaba
muy resbaladiza, se le veía el musgo verde, venían subiendo unos niños comiendo
helado, los saludé y le jugué una broma a uno de ellos, alcancé a los padres de
los niños, hablé un rato con ellos acerca de la lluvia del sábado en la noche, al llegar a las antenas de Mecedores, estaban tres excursionistas en una toma de agua, llenando sus potes, me acerqué, saludé, tomé un poco de agua y llené también mi pote de agua, les dije nos vemos arriba, logré alcanzar a una dama que iba subiendo en solitario, al entrar al bosque
después de las Antenas de Mecedores, la saludé, no me escuchó por llevar unos
audífonos puesto con un volumen muy alto, es recomendable no usarlos en los
caminos y picas del cerro, en especial en esta zona que es muy solitaria, hay
que estar pendiente y alerta de los sonidos del bosque, recordándole que hay
muchos caminos ocultos, que dan hacia la Quebrada Chacaito, estamos viviendo
los montañistas el peligro de asalto o robo, la lluvia y el viento de esa zona a veces
tumba algunas ramas, también he visto arboles grandes caer como si nada, el
sonido que se escucha es escalofriantes, es por eso que no recomiendo el uso de
equipos de sonido con audífonos en los bosques. Pasé por el monolito y los rayos del sol entraban al bosque nublado,
lamentando no llevar mi cámara fotográfica.
Hoy presencié un acto de fe, al llegar al sector conocido como el chinchorro ,
vi a un señor arrodillado, orando, al pasarlo lo saludé con mis manos en
posición de oración, en esta zona hay una subida muy fuerte, corrí un rato por
lo plano del Chinchorro, para luego subir, pasé a otros excursionistas, al
llegar al Mirador del Pico El Ávila, que es un claro en el camino, pude
apreciar a la hermosa ciudad de Caracas, y detallé a los Picos Occidental y al
Pico Oriental, uno detrás del otro o sea en fila, volví a tomar el camino del
bosque, que estaba lleno de fango, muy resbaladizo por dondequiera, subí poco a
poco hasta llegar a las caminerias del teleférico de Caracas, al salir del
bosque estaba muy claro, el sol radiante, vi al Hotel Humboldt y al asta de
bandera, me monté en uno de los muros, para disfrutar la hermosa vista,
apreciando al estado Vargas, La Guaira y el Mar Caribe, estaba arribando un
barco de carga, el mar se veía como un plato, bajé hasta la estación del
teleférico, todas las tiendas estaban cerradas a esa hora, apena los kioscos
estaban abriendo y limpiándolos, tomé la carretera que baja al pueblo de
Galipán, muchos jeep de la ruta esperando a los visitantes del día, corrí hasta
el puesto de guarda parque del Pico del Ávila, para tomar la famosa pica de los
Pinabetes, me encanta esta pica la conozco desde niño, a un paso veloz pero con
mucha cautela por la cantidad de pantano, hay muchos árboles altos, me imagino
que son milenarios, cuando paso a su lado los abrazo, o les doy unas palmadas
con mis manos, más de 45 años pasando a su lado, me encanta ir por la pica sin hacer mucho ruido, siempre se le atraviesan
aves, hay un sector que se llama las
Palmas, cuando paso por allí comienzo a aplaudir, en son de broma, por el
camino antes del tanque de agua viejo y abandonado, venían subiendo un grupo
grande de excursionistas de 10 o más personas, los saludé le desee un feliz
domingo, como siempre me pregunta ¿CUANTO FALTA SEÑOR, PARA LLEGAR?
Al finalizar la Pica de los Pinabetes a la entrada conocida como la Pata de
Gallina, por sus tres intersecciones, tomé la decisión de bajar por la
carretera de tierra muy pantanosa, corrí con mucha cautela pero como siempre
hay un pero, me resbalé y caí al suelo empantanado, grité OLEEEE, me levanté,
me limpie las manos, casi que inmediatamente, me volví a resbalar y me caí
nuevamente, bajé el ritmo de carrera, tomé la orilla de la vía, venían subiendo
dos señores, los saludé, les advertí que el camino estaba resbaladizo.
Llegué al sector de los Venados, pasé por el área de acampar, vi una carpa
instalada, estaba una pareja desayunando, los saludé, les pregunté cómo habían
pasado la noche por el fuerte palo de agua, que si pasaron mucho frió, me
respondieron que sí, que casi se le cae la carpa, seguí por el camino hasta
llegar al campo deportivo de los Venados estaban muchas carpas instaladas, era
un grupo de scouts, estaban realizando sus juegos, bajé hasta los tres pinos y
la Cruz del excursionista, la toqué y me persigné, descendí hasta La Casona de
los Venados, al pasar por el puesto de guarda parque, pude apreciar que le
están construyendo un techo con palos a lo largo de todo el pasillo, cuando
esté listo se verá muy bello, si le colocan matas de flores o de Uva, saludé a
los vigilantes, entré a la Casona de Los Venados, estaba un grupo grande
realizando sus actividades, iban a comer en el comedor, salí por la otra
puerta, seguí descendiendo a un paso rápido hasta llegar a la Quebrada Anauco,
se escuchaba muy fuerte la quebrada por la lluvia, troté hasta el Mirador
Anauco, muchos visitantes apreciando la hermosa vista de La ciudad Capital,
llegué al puesto de guarda parque de Clavelito, vi que estaba mi gran amigo
Dugarte Jerez, lo saludé hablamos un rato, le pregunté por sus familiares que
viven en la Ciudad de Mérida, me dijo que muy mal por los problemas políticos y
por el alto costo de los insumos, y el alza de los pasajes, más tarde le
pregunté por la mata de aguacate que le regalé, me dijo que la sembró en una
zona donde hay buena tierra, que ya pegó y está creciendo, me despedí, seguí
bajando por la carretera hasta llegar al puesto de guarda parque de Llano
Grande, allí estaban los Guardias Nacionales en la entrada, los saludé, dándole
los buenos días, seguí bajando hasta la llegar a la Cota Mil , caminé hasta el
final de la autopista, para luego bajar por la avenida Baralt, pasé por el
mercado del puente de Guanábano, El Tribunal de Justicia hasta llegar a
Capitolio, preferí bajar hasta la estación del metro Teatros, para tomar la
línea 3 del metro de Caracas, tomé el tren para ir hasta la estación Metro
Artigas, caminé hasta mi casa, donde me estaba esperando mi esposa, con un rico
desayuno a eso de las once y media de la mañana.
Así son mis paseos domingueros
Por Hernán José Sira Pérez
Pico El Ávila
Hoy 06 de agosto de 2017, a las seis de la mañana del día domingo, me
levanté para ir a mi Cerro El Ávila, mi esposa se despertó me preguntó ¿Tú vas
a subir con ese mal tiempo? Le respondí “Después de la tormenta, siempre llega
la calma” Tenia como quince días sin correr, sin ningún entrenamiento, dándole
uno días de descanso a mi cuerpo, también por los eventos político del país.
Me vestí, equipé mis potes de aguas, mi cinturón de hidratación, las llaves, algo de dinero en efectivo, mi cédula de identidad, y mi porta tickets del metro, al salir del Callejón Lugo en la avenida San Martín, ya los vecinos estaban realizando la gran cola para comprar el pan, los saludé, me despedí, me dirigí hasta la estación del Metro Artigas, por ser un día domingo se tardó demasiado más de 15 minutos, ya eran más de las 7 y media de la mañana, pensando cual sería la ruta que tomaría hoy, por experiencia propia y como conozco al cerro, sabía que debido a la lluvia, el Corta Fuego habría mucho pantano y charcos de agua, en cambio por el sector Gamboa de San Bernardino, el agua de lluvia siempre limpia la carretera, me bajé en la estación del metro Parque Central, al salir a la avenida, vi que el cerro estaba nublado y muy gris el día, camino siempre desde Parque Central, paso por la avenida Bolívar, Bellas Artes, la Candelaria, San Bernardino, Hospital del Niño, la Comandancia de la Marina, Clínicas Caracas, San Bernandino , Hotel el Ávila, hasta la entrada del Cerro El Ávila, al llegar saludé al amigo que vende jugo de naranja.
Muchos excursionistas subiendo a esa hora, comencé a subir con un trote suave, al pasar los excursionistas los saludaba, les daba los buenos días, la carretera estaba muy limpia, al llegar al corta fuego apenas el sol estaba saliendo, a eso de las ocho y media de la mañana, las nubes tapaban los rayos solares, seguimos la ruta pasamos por el puesto de Guarda Parque de San Bernardino, en una de las curvas me encontré a un grupo, identifiqué a una amiga running a Luisa, le jugué una broma, pidiéndole permiso para pasar, se apartó sorprendida, la saludé, seguí ascendiendo por la carretera de cemento o macan como le dicen, tenía mucho tiempo sin subir por esta zona del parque, quedé sorprendido al ver una parte de un camión, la parte de atrás, la Batea completa, cómo subió hasta allá arriba no sé, cosa que pasan en mi Venezuela, lo prohibido es permitido, sólo un loco sube un camión por esas cuestas, me imagino que se le fueron los frenos, le quitaron la batea se llevaron remolcado el camión, ahora está abandonado a la orilla del barranco, dándole un mal aspecto a esa zona de pinos, que es muy bonito, curva tras curva a un paso rápido saludando y hablando con las personas . Ya casi llegando a la Cruz del Ávila, saludé a otro grupo de corredores, al pasar por la cruz, me quite la gorra y me persigne, al pasar por las guayas del teleférico, vi que aún no estaba funcionando, Caracas se veía ilumina por el sol, pero con muchas nubes, pude apreciar las montañas hacia el sur de la ciudad.
Llegué al puesto de Guarda Parque de Papelón, saludé a unos excursionistas que estaban acampando, seguí el camino para afrontar el Segundo Portal Mágico del Cerro El Ávila, las rejas de paso hacia las antenas de Mecedores, desde este lugar comienza la subida conocida por los corredores como LA PARED, muchas hojas y palos y resto de lo que trajo el agua de la lluvia, la carretera estaba muy resbaladiza, se le veía el musgo verde, venían subiendo unos niños comiendo helado, los saludé y le jugué una broma a uno de ellos, alcancé a los padres de los niños, hablé un rato con ellos acerca de la lluvia del sábado en la noche, al llegar a las antenas de Mecedores, estaban tres excursionistas en una toma de agua, llenando sus potes, me acerqué, saludé, tomé un poco de agua y llené también mi pote de agua, les dije nos vemos arriba, logré alcanzar a una dama que iba subiendo en solitario, al entrar al bosque después de las Antenas de Mecedores, la saludé, no me escuchó por llevar unos audífonos puesto con un volumen muy alto, es recomendable no usarlos en los caminos y picas del cerro, en especial en esta zona que es muy solitaria, hay que estar pendiente y alerta de los sonidos del bosque, recordándole que hay muchos caminos ocultos, que dan hacia la Quebrada Chacaito, estamos viviendo los montañistas el peligro de asalto o robo, la lluvia y el viento de esa zona a veces tumba algunas ramas, también he visto arboles grandes caer como si nada, el sonido que se escucha es escalofriantes, es por eso que no recomiendo el uso de equipos de sonido con audífonos en los bosques. Pasé por el monolito y los rayos del sol entraban al bosque nublado, lamentando no llevar mi cámara fotográfica.
Hoy presencié un acto de fe, al llegar al sector conocido como el chinchorro , vi a un señor arrodillado, orando, al pasarlo lo saludé con mis manos en posición de oración, en esta zona hay una subida muy fuerte, corrí un rato por lo plano del Chinchorro, para luego subir, pasé a otros excursionistas, al llegar al Mirador del Pico El Ávila, que es un claro en el camino, pude apreciar a la hermosa ciudad de Caracas, y detallé a los Picos Occidental y al Pico Oriental, uno detrás del otro o sea en fila, volví a tomar el camino del bosque, que estaba lleno de fango, muy resbaladizo por dondequiera, subí poco a poco hasta llegar a las caminerias del teleférico de Caracas, al salir del bosque estaba muy claro, el sol radiante, vi al Hotel Humboldt y al asta de bandera, me monté en uno de los muros, para disfrutar la hermosa vista, apreciando al estado Vargas, La Guaira y el Mar Caribe, estaba arribando un barco de carga, el mar se veía como un plato, bajé hasta la estación del teleférico, todas las tiendas estaban cerradas a esa hora, apena los kioscos estaban abriendo y limpiándolos, tomé la carretera que baja al pueblo de Galipán, muchos jeep de la ruta esperando a los visitantes del día, corrí hasta el puesto de guarda parque del Pico del Ávila, para tomar la famosa pica de los Pinabetes, me encanta esta pica la conozco desde niño, a un paso veloz pero con mucha cautela por la cantidad de pantano, hay muchos árboles altos, me imagino que son milenarios, cuando paso a su lado los abrazo, o les doy unas palmadas con mis manos, más de 45 años pasando a su lado, me encanta ir por la pica sin hacer mucho ruido, siempre se le atraviesan aves, hay un sector que se llama las Palmas, cuando paso por allí comienzo a aplaudir, en son de broma, por el camino antes del tanque de agua viejo y abandonado, venían subiendo un grupo grande de excursionistas de 10 o más personas, los saludé le desee un feliz domingo, como siempre me pregunta ¿CUANTO FALTA SEÑOR, PARA LLEGAR? Al finalizar la Pica de los Pinabetes a la entrada conocida como la Pata de Gallina, por sus tres intersecciones, tomé la decisión de bajar por la carretera de tierra muy pantanosa, corrí con mucha cautela pero como siempre hay un pero, me resbalé y caí al suelo empantanado, grité OLEEEE, me levanté, me limpie las manos, casi que inmediatamente, me volví a resbalar y me caí nuevamente, bajé el ritmo de carrera, tomé la orilla de la vía, venían subiendo dos señores, los saludé, les advertí que el camino estaba resbaladizo.
Llegué al sector de los Venados, pasé por el área de acampar, vi una carpa instalada, estaba una pareja desayunando, los saludé, les pregunté cómo habían pasado la noche por el fuerte palo de agua, que si pasaron mucho frió, me respondieron que sí, que casi se le cae la carpa, seguí por el camino hasta llegar al campo deportivo de los Venados estaban muchas carpas instaladas, era un grupo de scouts, estaban realizando sus juegos, bajé hasta los tres pinos y la Cruz del excursionista, la toqué y me persigné, descendí hasta La Casona de los Venados, al pasar por el puesto de guarda parque, pude apreciar que le están construyendo un techo con palos a lo largo de todo el pasillo, cuando esté listo se verá muy bello, si le colocan matas de flores o de Uva, saludé a los vigilantes, entré a la Casona de Los Venados, estaba un grupo grande realizando sus actividades, iban a comer en el comedor, salí por la otra puerta, seguí descendiendo a un paso rápido hasta llegar a la Quebrada Anauco, se escuchaba muy fuerte la quebrada por la lluvia, troté hasta el Mirador Anauco, muchos visitantes apreciando la hermosa vista de La ciudad Capital, llegué al puesto de guarda parque de Clavelito, vi que estaba mi gran amigo Dugarte Jerez, lo saludé hablamos un rato, le pregunté por sus familiares que viven en la Ciudad de Mérida, me dijo que muy mal por los problemas políticos y por el alto costo de los insumos, y el alza de los pasajes, más tarde le pregunté por la mata de aguacate que le regalé, me dijo que la sembró en una zona donde hay buena tierra, que ya pegó y está creciendo, me despedí, seguí bajando por la carretera hasta llegar al puesto de guarda parque de Llano Grande, allí estaban los Guardias Nacionales en la entrada, los saludé, dándole los buenos días, seguí bajando hasta la llegar a la Cota Mil , caminé hasta el final de la autopista, para luego bajar por la avenida Baralt, pasé por el mercado del puente de Guanábano, El Tribunal de Justicia hasta llegar a Capitolio, preferí bajar hasta la estación del metro Teatros, para tomar la línea 3 del metro de Caracas, tomé el tren para ir hasta la estación Metro Artigas, caminé hasta mi casa, donde me estaba esperando mi esposa, con un rico desayuno a eso de las once y media de la mañana.
Así son mis paseos domingueros
Por Hernán José Sira Pérez
Me vestí, equipé mis potes de aguas, mi cinturón de hidratación, las llaves, algo de dinero en efectivo, mi cédula de identidad, y mi porta tickets del metro, al salir del Callejón Lugo en la avenida San Martín, ya los vecinos estaban realizando la gran cola para comprar el pan, los saludé, me despedí, me dirigí hasta la estación del Metro Artigas, por ser un día domingo se tardó demasiado más de 15 minutos, ya eran más de las 7 y media de la mañana, pensando cual sería la ruta que tomaría hoy, por experiencia propia y como conozco al cerro, sabía que debido a la lluvia, el Corta Fuego habría mucho pantano y charcos de agua, en cambio por el sector Gamboa de San Bernardino, el agua de lluvia siempre limpia la carretera, me bajé en la estación del metro Parque Central, al salir a la avenida, vi que el cerro estaba nublado y muy gris el día, camino siempre desde Parque Central, paso por la avenida Bolívar, Bellas Artes, la Candelaria, San Bernardino, Hospital del Niño, la Comandancia de la Marina, Clínicas Caracas, San Bernandino , Hotel el Ávila, hasta la entrada del Cerro El Ávila, al llegar saludé al amigo que vende jugo de naranja.
Muchos excursionistas subiendo a esa hora, comencé a subir con un trote suave, al pasar los excursionistas los saludaba, les daba los buenos días, la carretera estaba muy limpia, al llegar al corta fuego apenas el sol estaba saliendo, a eso de las ocho y media de la mañana, las nubes tapaban los rayos solares, seguimos la ruta pasamos por el puesto de Guarda Parque de San Bernardino, en una de las curvas me encontré a un grupo, identifiqué a una amiga running a Luisa, le jugué una broma, pidiéndole permiso para pasar, se apartó sorprendida, la saludé, seguí ascendiendo por la carretera de cemento o macan como le dicen, tenía mucho tiempo sin subir por esta zona del parque, quedé sorprendido al ver una parte de un camión, la parte de atrás, la Batea completa, cómo subió hasta allá arriba no sé, cosa que pasan en mi Venezuela, lo prohibido es permitido, sólo un loco sube un camión por esas cuestas, me imagino que se le fueron los frenos, le quitaron la batea se llevaron remolcado el camión, ahora está abandonado a la orilla del barranco, dándole un mal aspecto a esa zona de pinos, que es muy bonito, curva tras curva a un paso rápido saludando y hablando con las personas . Ya casi llegando a la Cruz del Ávila, saludé a otro grupo de corredores, al pasar por la cruz, me quite la gorra y me persigne, al pasar por las guayas del teleférico, vi que aún no estaba funcionando, Caracas se veía ilumina por el sol, pero con muchas nubes, pude apreciar las montañas hacia el sur de la ciudad.
Llegué al puesto de Guarda Parque de Papelón, saludé a unos excursionistas que estaban acampando, seguí el camino para afrontar el Segundo Portal Mágico del Cerro El Ávila, las rejas de paso hacia las antenas de Mecedores, desde este lugar comienza la subida conocida por los corredores como LA PARED, muchas hojas y palos y resto de lo que trajo el agua de la lluvia, la carretera estaba muy resbaladiza, se le veía el musgo verde, venían subiendo unos niños comiendo helado, los saludé y le jugué una broma a uno de ellos, alcancé a los padres de los niños, hablé un rato con ellos acerca de la lluvia del sábado en la noche, al llegar a las antenas de Mecedores, estaban tres excursionistas en una toma de agua, llenando sus potes, me acerqué, saludé, tomé un poco de agua y llené también mi pote de agua, les dije nos vemos arriba, logré alcanzar a una dama que iba subiendo en solitario, al entrar al bosque después de las Antenas de Mecedores, la saludé, no me escuchó por llevar unos audífonos puesto con un volumen muy alto, es recomendable no usarlos en los caminos y picas del cerro, en especial en esta zona que es muy solitaria, hay que estar pendiente y alerta de los sonidos del bosque, recordándole que hay muchos caminos ocultos, que dan hacia la Quebrada Chacaito, estamos viviendo los montañistas el peligro de asalto o robo, la lluvia y el viento de esa zona a veces tumba algunas ramas, también he visto arboles grandes caer como si nada, el sonido que se escucha es escalofriantes, es por eso que no recomiendo el uso de equipos de sonido con audífonos en los bosques. Pasé por el monolito y los rayos del sol entraban al bosque nublado, lamentando no llevar mi cámara fotográfica.
Hoy presencié un acto de fe, al llegar al sector conocido como el chinchorro , vi a un señor arrodillado, orando, al pasarlo lo saludé con mis manos en posición de oración, en esta zona hay una subida muy fuerte, corrí un rato por lo plano del Chinchorro, para luego subir, pasé a otros excursionistas, al llegar al Mirador del Pico El Ávila, que es un claro en el camino, pude apreciar a la hermosa ciudad de Caracas, y detallé a los Picos Occidental y al Pico Oriental, uno detrás del otro o sea en fila, volví a tomar el camino del bosque, que estaba lleno de fango, muy resbaladizo por dondequiera, subí poco a poco hasta llegar a las caminerias del teleférico de Caracas, al salir del bosque estaba muy claro, el sol radiante, vi al Hotel Humboldt y al asta de bandera, me monté en uno de los muros, para disfrutar la hermosa vista, apreciando al estado Vargas, La Guaira y el Mar Caribe, estaba arribando un barco de carga, el mar se veía como un plato, bajé hasta la estación del teleférico, todas las tiendas estaban cerradas a esa hora, apena los kioscos estaban abriendo y limpiándolos, tomé la carretera que baja al pueblo de Galipán, muchos jeep de la ruta esperando a los visitantes del día, corrí hasta el puesto de guarda parque del Pico del Ávila, para tomar la famosa pica de los Pinabetes, me encanta esta pica la conozco desde niño, a un paso veloz pero con mucha cautela por la cantidad de pantano, hay muchos árboles altos, me imagino que son milenarios, cuando paso a su lado los abrazo, o les doy unas palmadas con mis manos, más de 45 años pasando a su lado, me encanta ir por la pica sin hacer mucho ruido, siempre se le atraviesan aves, hay un sector que se llama las Palmas, cuando paso por allí comienzo a aplaudir, en son de broma, por el camino antes del tanque de agua viejo y abandonado, venían subiendo un grupo grande de excursionistas de 10 o más personas, los saludé le desee un feliz domingo, como siempre me pregunta ¿CUANTO FALTA SEÑOR, PARA LLEGAR? Al finalizar la Pica de los Pinabetes a la entrada conocida como la Pata de Gallina, por sus tres intersecciones, tomé la decisión de bajar por la carretera de tierra muy pantanosa, corrí con mucha cautela pero como siempre hay un pero, me resbalé y caí al suelo empantanado, grité OLEEEE, me levanté, me limpie las manos, casi que inmediatamente, me volví a resbalar y me caí nuevamente, bajé el ritmo de carrera, tomé la orilla de la vía, venían subiendo dos señores, los saludé, les advertí que el camino estaba resbaladizo.
Llegué al sector de los Venados, pasé por el área de acampar, vi una carpa instalada, estaba una pareja desayunando, los saludé, les pregunté cómo habían pasado la noche por el fuerte palo de agua, que si pasaron mucho frió, me respondieron que sí, que casi se le cae la carpa, seguí por el camino hasta llegar al campo deportivo de los Venados estaban muchas carpas instaladas, era un grupo de scouts, estaban realizando sus juegos, bajé hasta los tres pinos y la Cruz del excursionista, la toqué y me persigné, descendí hasta La Casona de los Venados, al pasar por el puesto de guarda parque, pude apreciar que le están construyendo un techo con palos a lo largo de todo el pasillo, cuando esté listo se verá muy bello, si le colocan matas de flores o de Uva, saludé a los vigilantes, entré a la Casona de Los Venados, estaba un grupo grande realizando sus actividades, iban a comer en el comedor, salí por la otra puerta, seguí descendiendo a un paso rápido hasta llegar a la Quebrada Anauco, se escuchaba muy fuerte la quebrada por la lluvia, troté hasta el Mirador Anauco, muchos visitantes apreciando la hermosa vista de La ciudad Capital, llegué al puesto de guarda parque de Clavelito, vi que estaba mi gran amigo Dugarte Jerez, lo saludé hablamos un rato, le pregunté por sus familiares que viven en la Ciudad de Mérida, me dijo que muy mal por los problemas políticos y por el alto costo de los insumos, y el alza de los pasajes, más tarde le pregunté por la mata de aguacate que le regalé, me dijo que la sembró en una zona donde hay buena tierra, que ya pegó y está creciendo, me despedí, seguí bajando por la carretera hasta llegar al puesto de guarda parque de Llano Grande, allí estaban los Guardias Nacionales en la entrada, los saludé, dándole los buenos días, seguí bajando hasta la llegar a la Cota Mil , caminé hasta el final de la autopista, para luego bajar por la avenida Baralt, pasé por el mercado del puente de Guanábano, El Tribunal de Justicia hasta llegar a Capitolio, preferí bajar hasta la estación del metro Teatros, para tomar la línea 3 del metro de Caracas, tomé el tren para ir hasta la estación Metro Artigas, caminé hasta mi casa, donde me estaba esperando mi esposa, con un rico desayuno a eso de las once y media de la mañana.
Así son mis paseos domingueros
Por Hernán José Sira Pérez
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