TERCERA SEMANA DE ENTRENAMIENTO 2019

TERCERA SEMANA DE ENTRENAMIENTO 2019


Domingo 10 de Febrero del 2019, me levanté algo tarde, tenía pensado hacer un entrenamiento corto, salí de mi casa a esos de las 7 y media de la mañana, para tomar el metro de Caracas para dirigirme a la estación de Parque Central, es un caos el metro los fines de semana, se tardó más de 20 minutos para que llegara un tren a la estación, al fin me monté, logré llegar a la estación de Parque Central, subí las escaleras para llegar al nivel avenida, desde aquí comienzo mi caminata dominguera, para llegar a la avenida Bolívar, que los domingos está cerrada, para que las personas realicen sus ejercicios, a esa hora vi a varios corredores realizando sus entrenamientos, subí hasta Bellas Artes, para subir hasta la avenida Urdaneta, pasé por el Hospital de Niños, la comandancia de la Armada, el Hospital de Clínicas Caracas, San Bernardino, hasta que llegué al paseo del Hotel El Ávila, ya muchos corredores venían bajando, los saludaba, al llegar a la entrada de San Bernardino “Gamboa”, vi a muchas personas en la entrada, esperando a otros excursionistas, a eso de las 8:39 am, comencé a subir desde el kilómetro 0, siempre me persigno, y pido el permiso a la naturaleza, me encomiendo a mi Arcángel San Rafael para que sea mi guía en mis ascenso al cerro, un día muy fresco, ya que amaneció haciendo mucho frío, pero rápidamente uno se va calentando, por el camino pasé a una gran cantidad de visitantes, los saludaba a cada uno con mis buenos días, a mi paso rápido fui ascendiendo el primer kilómetro que está bien identificado, gracias a unos estudiante de U.C.V., que volvieron a remarcar en la carretera los metros, son de gran ayuda, también hay varios letreros con mensajes de conservación, ya el Cerro le está pegando el verano, ya todo se ve de un color marrón, al llegar al puesto de guarda parque de San Bernardino, estaba un guarda parque tomándole los datos a los visitantes, saludé al grupo, continué mi ascenso por la carretera de tierra, tomé un sorbo de agua, para refrescarme la garganta, aunque no lo crean hay mucho polvo, como siempre digo en un zigzag por la carretera, pasé justo al lado de la batea del camión accidentado, ya tiene unos años allí abandonada, ahora vienen las curvas, y la fuertes subidas, casi que uno pega la frente del piso de los empinada que es, ojo literalmente, hasta que se llega a un pequeño descanso, para seguir pasando otras curvas, es muy bueno conocer la ruta porque ya se, que es lo que viene, una carretera de tierra, un pequeño plano, que me permite, tomar un poco de agua para afrontar nuevamente unas largas subidas, la de los pinos, unas grandes curvas en zigzag, una a la derecha otra a la izquierda, hasta que nuevamente se llega a una carretera de tierra, desde aquí hay que tomar impulso porque es una subida larga, cómo sé que al final de esta subida, hay un semi plano, lo realizo corrido hasta que llego a ese plano, donde tomo un poco de agua, troto en lo plano, ahora viene dos grandes subidas, por el camino me encontré a dos excursionistas, les pasé por un lado, los saludé y seguí, al llegar a unas de las curva a mano izquierda, levanté mi mirada para ver a la cruz del Ávila, tomé la pica a mano derecha, que es la que me conduce directamente a la Cruz del Ávila, pasé entre los pinos, que los visitantes lo tienen de baño público, con todos la basura regada por todos lado, llegué a la cruz, me persigné, me monté en uno de los troncos que son unos banquitos, donde pude apreciar la hermosa vista de la Ciudad de Caracas, realicé mis oraciones, pidiéndole Paz y Armonía al Pueblo de Venezuela, casi que inmediatamente, seguí subiendo por el camino me encontré a mi buen amigo el Guarda parque de Papelón, a Miguel Zerpa, hablamos un rato le pregunté que si iba a bajar a Caracas, me dijo que no, que estaba dando una ronda, le pregunté qué cómo estaba el frío por la noche, me dijo que estaba bárbaro, tenía su chaqueta para el frío puesta, me despedí para no enfriarme, al pasar por la parte de abajo de las guayas del teleférico, me di cuenta que aún no estaban funcionando, subí hasta que llegué al puesto de Guarda parque de Papelón, me dirigí a la toma de agua, para equipar mis potes, estaban unos personas también tomando agua, los saludé, ellos no sabían que hacer si subir o bajar, le dije que lo mejor estaba arriba, el Hotel y el Teleférico, pasé por el Portal Mágico, la vieja reja, para afrontar la famosa subida conocida cómo la pared, a un paso rápido, fui ascendiendo poco a poco, es una subida mata caballo, con una inclinación casi que de 70 grado, con unos trecientos metros aproximadamente, hasta que llegué a la antena de Mecedores, aquí sentí la brisa y mucho frío, ya que subí cómo corredor, no cómo excursionista, alcé nuevamente mi mirada para apreciar la inmensa torre de comunicación, tomé el hermoso bosque, aprovechando que es una bajada y un pequeño semi plano, para comenzar las largas subidas, nuevamente en zigzag, pasando a algunos excursionistas, llegué a la zona de los monolitos, se pasa uno y luego se pasa el otro, ya el camino se torna más suave hasta que llegué a la zona conocida como el chinchorro, por aquí venia subiendo un joven trotando, me pasó yo seguí a mi paso, cada quien tienen su ritmo y sabe medir sus condiciones, aproveché un semi plano para correr, para afrontar una pequeña bajada, luego viene una subida fuerte, por aquí pasé a una pareja, que no me sintieron, la muchacha se asustó, pero al verme con mi ropa de corredor, se quedó tranquila, los saludé con mi buenos días, logré llegar a la loma donde está un pequeño Mirador, donde estaba el joven corredor, descansando, me detuve un rato le pregunté la hora, ya eran las 9:40 a.m.. Entré nuevamente al bosque del Pico el Ávila, para tomar la pica que conduce a las caminerias del Teleférico de Caracas, casi que llegando me encontré a un excursionista que estaba vomitando, lo saludé, le informé que apena le faltaban 5 minutos para llegar al teleférico, tenía en la mano una arepa, me dijo que tenía toda la mañana caminando, le dije que guardara el desayuno y comiera arriba, al llegar a las caminerias del teleférico, me encontré a un grupo grande de corredores desayunando, me monté en el muro para apreciar la hermosa vista a la Guaira, muy despejado, un mar tranquilo con un cielo azul hermoso, saludé a todos les desee un buen provecho, seguí bajando por la camineria, apenas estaba el personal de limpieza limpiando, y los pequeños negocios estaban abriendo, al llegar a la estación del teleférico, aún no estaba funcionando el teleférico, vi a unos corredores esperando a que abrieran, tomé la carretera que conduce a la Fila del Ávila, bajé trotando a eso de las 10 de la mañana, o sea me tarde 1 hora y media en subir hasta el teleférico, justo cuando llegué a la entrada de la pica de los Pinabetes, me dije no, Hernán Sira, esta vez hay que disfrutar la hermosa vista a Caracas, ya había visto el mar, ahora me tocaba ver a la ciudad, bajé unos cuantos metros para llegar a el hermoso Mirador, donde pude admirar toda el oeste de la ciudad, recordándole que nací en el bloque Dos de la Silsa y me conozco toda esta zona, vi desde Catia la Mar, la Urbanización Ciudad Caribia, las hermosa montañas que aún están vírgenes, al fondo aprecié al Junquito, La Colonia Tovar, poco a poco iba detallando los alrededores de Caracas, Los Teques, todo el 23 de Enero, rápidamente pude ubicar a los patios de los trenes del metro de Caracas en Pro patria, las torres marrones de la Silsa, el tanque de agua del 23 de enero, Catia, el centro de Caracas y un poco más allá, la avenida San Martín, me dije wau, desde allá subí hasta aquí, ahora a bajar hasta allá, me encontré con tres turistas que venían subiendo de Galipán, los animé a que agilizaran sus paso, que desde aquí es más ligero, les desee un feliz día, tomé un poco de agua, en eso me encontré un pequeño azulejo, me imagino que era uno del Hotel Humboldt, subí hasta la entrada de la Pica los Pinabetes, me persigne, me voltee la gorra para ver mejor el camino, entré al bosque de árboles grande de esta zona, disfrutando del recorrido, con mucha precaución pero a mi paso rápido iba bajando dando salto de aquí para allá, de un lado a otro lado, buscando el mejor camino, evitando las hojas secas, que se convierte en un patín cuando las pisas, muy rápidamente llegué a la intercesión de la pica que conduce al Pueblo de Galipán, por aquí me encontré a tres excursionistas subiendo, enfrenté la gran bajada de la pica de lo Pinabetes literalmente venia esquiando por la tierra floja con las hojas, por aquí pasé a una familia que venían subiendo con sus hijos, los saludé, llegué al árbol caído, seguí descendiendo con mucha cautela por las raíces, en una de las curvas me encontré a una dama que venía en solitario, la saludé pero al rato vi que venía subiendo su pareja, a un paso veloz, justo antes de llegar a la zona de las Palmas hay dos árboles grandes, que están en una curva siempre lo abrazo, le pido que aguante, que siga dándonos sombra y oxígeno, cuando llegué a las Palmas, comienzo a aplaudir, gritando; ¡ LAS PALMAS, LAS PALMAS!, ya desde aquí uno sabe que falta muy poco para llegar al viejo tanque de agua, le pasé por un lado, ya sabía que ya estaba en los predios del Centro Recreativo Los Venados, Salí a la carretera a la Pica conocida cómo la Pata de Gallina, seguí por la pica para bajar directamente a la carretera, tomé un poco de agua, rápidamente llegué a la carretera que conduce a la zona de carpa de los Venados, por aquí me encontré a un grupo que venían subiendo, me despedí de ellos diciéndole que ya venía de bajada, me respondió un señor que por aquí era más cómodo y rápido, tomé el camino que conduce al campo deportivo, me detuve en una toma del agua, para equipar mis potes, aproveché de tomar abundante agua, seguí el camino hasta que llegué al campo deportivo, habían dos carpas instaladas, apenas estaban despertándose, bajé hasta la cruz del excursionistas, pasé por los tres pinos; LOS COMPADRES, porque los sembraron juntos, me aferré a la cruz me persigné, vi un rato a la Casona de los Venados, bajé por el camino que conduce a la casona por la parte del cafetín, salude a unos policías que estaban en la zona de los sanitarios, pasé por un lado del cafetín, vi a una gran familia disfrutando, seguí descendiendo, muchas personas disfrutando de las instalaciones, llegué a la carretera, seguí bajando por el camino, ya venían subiendo muchos visitantes los saludaba, hasta que llegué a la Quebrada Anauco, que tiene bastante afluencia de agua, troté toda la carretera, hasta que llegué al Mirador Anauco, luego llegué al puesto de guarda parque de Clavelitos, pasé vi a mi amigo Dugarte Jerez, lo saludé, seguí descendiendo por la carretera, vi muchas excursionistas subiendo a esa hora, unos obreros limpiando la vía, trotando llegué a la entrada de la pica de la Mona, pasé por el puesto de gurda parque de Llano Grande, me despedí de los guardias Nacionales y guarda parque, que estaban en la alcabala, vi a la autopista la cota mil, que aún estaba cerrada para el paso vehicular, terminé las largas bajadas, hasta que llegué a la cota mil, saqué mi teléfono eran las 11 de la mañana, o sea que en una hora y media subí hasta el teleférico y en una hora bajé hasta la cota mil, unas dos horas y media tarde en realizar el recorrido, caminé por la cota mil, hasta llegar al final de la autopista, pasé por el Tribunal Supremo de Justicia, por el pequeño mercado del puente de Guanábano, me detuve un rato para ver la travesía que había realizado, vi a la Cruz del Ávila, la Antena de Mecedores, el Hotel Humboldt, me dije tremenda vuelta le di al cerro, bajé hasta la estación del metro de Teatros, para tomar el tren hasta la estación del metro de Artigas, cómo siempre el metro se tardó más de 25 minutos en llegar, casi que me salgo de la estación para irme trotando, llegué a la estación de Artigas, para dirigirme a mi casa, donde me estaba esperando mi esposa con mi gran desayuno, un día maravilloso, un gran entrenamiento, así son mis domingos, tengo muchos años realizando estas excursiones.

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