Travesía De Caracas a La Guaira, y de La Guaira a Caracas, cruzando el Cerro EL Ávila, Por Galipán hoy 03/03/2021
Travesía De Caracas a La Guaira, y
de La Guaira a Caracas, cruzando el Cerro EL Ávila, Por Galipán hoy 03/03/2021
Ayer 03 de marzo del año
2021, fue un día mágico, lleno de muchas sorpresas, a pocos semanas para el
gran desafío de este año 2021, correr el Maratón de Caracas, en su IV edición,
tenía pensado un paseo por el Cerro, así que le pedí el favor a mi esposa: Zaida Elizabeth Angulo Contreras, que
me hiciera una arepa de trigo tipo, Andina Grande, una pasta corta, que le quedó
muy buena, le dije; prepárame una ración para mañana, le hizo un guiso de
Calabacín con salchichas polaca, y aliños muy bien picaditos, preparé mi bebida
isotónica, la metí en el congelador, ya tenía toda la logística, para salir a
primera hora, a mi excursión al Cerro El Ávila.
Sonó la alarma de mi
celular, a las 5 de la mañana, me levanté, para dar inicio a mi preparativos
previos, hoy iba a subir con mi morral, tenía pensado ir lejos, metí en mi
morral; Chocolates, mi desayuno-almuerzo, mi vejiga con mi bebida isotónica,
cuando estaba arreglando mi morral buscando los guantes para el frío, salió mi
bandera nacional, le dije: si quieres acompañarme, vente conmigo, la metí en el
morral, mi teléfono celular, mis primeros auxilios, mi pito, una toalla
pequeña, me vestí con mi ropa deportiva, con mis mangas deportivas, me tomé una
taza de Café, me asomé al patio de la casa, el cielo estaba muy limpio, me
despedí de mi linda esposa, Zaida Elizabeth Angulo Contreras, me preguntó que
ruta haría le dije; Que subiría por San Bernardino y el Pueblo de Galipán, que trataría
de llegar a eso de las 4 de la tarde, advirtiéndole que iba de excursionista, más
no de corredor, salí de mi casa a oscura, a eso de las seis de la mañana, como
dice una de las canciones de Scouts que cantábamos, “ A las Seis de la Mañana,
cuando va a salir el Sol, Levantamos la Bandera y nos vamos de excursión”, Salí
al Callejón Lugo, me dirigí a la estación del Metro de Artigas, vi un hermoso
amanecer, vi unas hermosas constelaciones, hacia el este de la Ciudad, dos
estrellas conjuntas, unos luceros, me imaginé que eran los planetas Mercurio,
Saturno y Júpiter, caminé por la avenida San Martín, llena de muchos carros y
camionetas, una larga fila de camionetas, para echar gasoil, vi a mi amado
Cerro El Ávila, despejado en su totalidad, llegué a la estación del metro de
Artigas, bajé para tomar el vagón, esperando el tren, comencé a realizar mis
ejercicios de estiramientos, mientras llegaba el tren, al rato llegó uno vía a:
Zona Rental, me monté, es asombroso, es ver a la personas, que se me quedan
viendo, como si fuera un astronauta, al llegar a la estación del Metro de
Parque Central, me bajé, subí por la larga escalera, al salir a la avenida, ya
el sol estaba haciendo acto de presencia, comencé a subir hacia la gran avenida
Bolívar, la crucé con mucha cautela, nadie respeta los semáforos, caminando
llegué a la estación del Metro de Bellas Artes, para subir hasta el elevado de
la Urdaneta, caminé por el paseo de San Bernardino,
hasta llegar a la Comandancia de la Armada, subí por la avenida, le pasé por un
lado al Hospital de Clínicas Caracas, para subir por las calles de San
Bernardino, hasta que llegué, al segundo bulevar de San Bernardino, pasé a un
lado del Hotel El Ávila, ya a esa hora, ya venían bajando los vecinos de San
Bernardino, los saludaba, les comentaba que el amanecer estuvo espectacular, al
llegar a la entrada de Gamboa, al famoso kilómetro 0, estaban dos Guardias
Nacionales, montando guardia en la entrada principal, los saludé, al pasar la
reja, me persigné tres veces, pidiéndole el permiso a Dios, a la Virgen, pidiéndole
a mi amado: Arcángel San Rafael, que fuera mi guía y mi protector.
Comencé a subir por la carretera,
saludando a las personas que ya venían bajando, el sol ya estaba entrándole a
las torres de Parque Central, y la espesa neblina aún no se dispersaba del
ambiente, a un paso fuerte, fui subiendo por la carretera, guiándome por el
contador de metros, que está pintado en el piso, vi a unas señoras subir con
sus mascotas, las saludaba, con mis buenos días, a un paso continuo, sabía que tenía
que darle corrido, hasta que llegué a la intersección del corta fuego, por aquí
vi a unos señores bajando, los saludé con mis buenos días, ahora a tomar la
carretera de tierra, para ir en busca de la Cruz del Ávila, por una de las
curvas me encontré a un excursionista bajando, lo saludé, seguí mi ascenso, ya venía
bajando una pareja corredora, los saludé, un poco más arriba venia bajando una
atleta bajando la saludé con mis buenos días y la Felicité, seguí corrido hasta
que llegué a la Cruz del Ávila, subí por la pica, me apoyé en un árbol caído,
que tiene años ayudándonos, al llegar al pie de la cruz, me senté un minuto,
para persignarme, realicé mis plegarias de agradecimiento al Dios Padre, La
ciudad de Caracas despejada en su totalidad, seguí ascendiendo por la
carretera, un pequeño letrerito que está a nivel del piso llamó mi atención,
porque tiene escrito en letras pequeñas, 3,3 kilómetros, que casualidad hoy era
3/3 y vi el letrero 3,3, es mi número favorito, me ha seguido por muchos años,
la placa del carro de mi Suegro Francisco Angulo (QEPD) era 333, y el de mi
carro es ALB-033, varias veces me ha tocado ese número en las carreras, seguí
subiendo hasta que llegué al cruce de los funiculares del teleférico, ya estaba
funcionando, me imagino para subir a los empleados del teleférico, vi algunas
personas bajar a esa hora.
Ahora a subir la larga
cuesta, para llegar al puesto de Guarda Parque de Papelón, al llegar vi a un
señor en la toma del agua, cuando llegué lo saludé, vi que era un ciclista, tenía
la bicicleta a un lado del puesto de guarda parque, lo saludé conversé un rato
con él, le dije que iba al Pico, me recomendó que ya me faltaba poco, le
pregunté que por donde iba a bajar me dijo que a Chacaíto, le recomendé mucha
precaución porque hay mucho pantano bajando, me despedí, para afrontar la Pica
conocida cómo la Pared, en posición de corredor, en punta de pies, la fui
subiendo a un ritmo fuerte, cuando de repente escucho, un ruido, eran 6 ciclistas
bajando con sus bicicletas montañeras a alta velocidad, me coloqué a un lado,
el guía, les dio la alerta, que despacio, me pasaron velozmente, me quedé
asombrados al ver esos ciclistas, a esa hora y bajando de la Antenas de Los
Mecedores, seguí subiendo, por la carretera de cemento, cuando vuelvo a
escuchar, un ruidos de cauchos de bicicletas, eran otros 6 ciclistas bajando a
alta velocidad, entre ellos una dama, me pasaron los saludé con mi mano, quedé
asombrado, me preguntaba a mí mismo, será que ahora está permitido subir en bicicleta,
hasta el Hotel Humboldt en bicicleta, porque si es así, voy a probar un día con
mi Sirabici.
Llegué a las
instalaciones de las Antenas de Mecedores, en solitario, pasé vi un cielo
limpio y muy azul, así que entré al bosque a un trote suave, para aprovechar el
primer chinchorro, fui subiendo por el camino que ya en las curvas, están las
huellas de los cauchos de bicicletas muy marcados, hay zona que le han
arreglado el camino, para que circulen las bicicletas, fui subiendo en zigzag
por el hermoso bosque, hasta que llegué al segundo chinchorro, a correr en ese
colchón de hojas secas, una alfombra, para luego bajar con mucha cautela una
bajadita, para recorrer una zona plana, para afrontar una larga subida, a un
trote fuerte la fui ascendiendo hasta que llegué a lo plano del camino, que ya
está muy limpio, la terminé de recorrer, hasta que llegué al pequeño claro, me
detuve un instante para admirar la hermosa vista, los picos Oriental y
Occidental despejados, la ciudad de Caracas, despejada en su totalidad, a
seguir me dije, entré nuevamente al bosque del Ávila, para ir subiendo por la
pica, que le han realizado mantenimiento, en algunos tramos, han reparado
muchas zonas, seguí viendo huellas de cauchos de bicicletas, en el Árbol grande
que están en pleno camino le cortaron el monte, casi llegando a las caminerias
limpiaron el camino, una gran pista para llegar al Pico El Ávila, subí hasta
que llegué a las caminerias, al salir me dirigí al muro, para sentarme a
descansar, me quité el morral, me senté al borde del muro, le han realizado
mantenimiento a los alrededores.
“Al Que Le Guste Celeste, Que Le Cueste”, a eso de las 8:30 de la mañana
estaba sentado disfrutando de la hermosa vista, hacia la Guaira, un bello
espectáculo, un cielo limpio, Azul con algunas nubes, vi un barco anclado, el
Picacho de Galipán estaba despejado, me comí unos de mis salvavidas, “ Un
Chocolate”, estaba haciendo mucho frío en el boulevard del Hotel Humboldt,
saqué mi teléfono del morral, para realizar mis trabajos fotográficos, con cara
de sueño y muy cansado, me dije para allá voy, para la Playa, a darme un baño
en ese mar.
A esa hora venían
saliendo los empleados del Hotel Humboldt, otros venían llegando a su puesto de
trabajo, los saludaba, les comentaba que estaba haciendo frío, una de las
señoras me comentó que el día anterior había hecho más frío, comencé a bajar a
la estación del Teleférico, al pasar por los Pinos, vi entre ellos, mi hermosa
Luna, baje trotando hasta que llegué a las instalaciones, me dirigí a la zona
del Parque Infantil, para realizar mis trabajos fotográficos, quedé maravillado
con tan hermosa vista a la ciudad de Caracas, despejada en su totalidad, el sol
al este de la ciudad ya estaba subiendo, por encima de los picos Oriental y el
Occidental, saqué de mi bolso mi bandera nacional, que me ha acompañado a todas
mis excursiones, viajes, y carreras de montañas y Maratones, para tomarme una
foto, para celebrar mi cumbre en el Pico EL Ávila.
Me retiré de las
instalaciones del Teleférico, en solitario, apenas algunos dueños de los
kioscos, llegando a limpiarlos. Pasé por las instalaciones del teleféricos, ya
estaban bajando los trabajadores del Hotel Humboldt, bajé por la carretera,
hasta que llegué a la parada de los Jeep de Galipán, a esa hora ni un solo jeep
había, bajando vi a un jeep blanco, particular, vi a una dama colocándose una chaqueta,
la saludé, con mis buenos días, para que no se asustara, está haciendo frío le
comenté, si me respondió, me despedí deseándole un feliz día, fui bajando por
la carretera para ir hacia la Fila del Ávila, por el camino hay unos lugares
para acampar, en carnaval cuando, pasé vi a unos jeep Rustiqueros con una carpa
instalada en el techo, entré a este claro, a ver si se veía el Pueblo de
Galipán o el Mar, aproveché de cambiarle el agua al canario, cuando me estaba
regresando caminé por la grama, justo cuando voy a salir de la zona de acampar,
en medio de la grama y el cemento me encontré: una hermosa piedra, me agaché y
la recogí, Tú no eres de aquí, le dije a la piedra, grité el grito de Guerra
que realizaba en mis tiempos de Scouts, “ Si Tú Me Lo Das, Porqué Me Lo
Quitas”, muy emocionado y contento por este regalo que me dio mi Dios Padre, un
cuarzo Blanco de unos 5 centímetros de largo, lo guardé en mi morral, asombrado
como me llevaron de la mano a ese lugar, encontré una aguja, en un pajar,
cuantas personas habrán pasado por ese lugar, era para mí, era mi suerte, seguí
bajando por la carretera, hasta que llegué al Puesto de Guarda Parque de la
Fila del Ávila, vi a un jeep estacionado a un lado de la carretera, al pasar vi
en el puesto de guarda parque, a una muchacha disfrutando de la hermosa vista,
la saludé con mis buenos días, me detuve un rato, me monté en un muro para
admirar la hermosa vista del Oeste de la Ciudad de Caracas, con la luna, como
dice mi mamá , que le pida a la luna, “ Luna Que Vienes de Oriente, y que vas
para el Occidente, Tráeme” se le pide el deseo, el deseo que le pedí, fue la salud para mi
linda esposa: Zaida Elizabeth Angulo, desde aquí vi a mi parroquia, donde nací
y me crié, la populosa parroquia 23 de Enero, Los Bloques de Casalta III, La
Quebradita por donde vivo, el Junquito, hasta pude ver la urbanización Ciudad
Caribia, que baja a la Guaira, realicé mis trabajos fotográficos, saqué mi
Bandera Nacional, para tomarme unas fotos con ella.
Ahora terminar de bajar
por la carretera, hasta que llegué a la capilla de la Virgen de la Milagrosa,
como de costumbre, entré a la capilla, me arrodillé, me persigné, para pedirle
su santa bendición y su amparo a la Virgen de la Milagrosa, le recé mis
oraciones y plegarias.
Comencé a bajar hacia el
pequeño bulevar de Galipán, todo en solitario, ahora a comenzar a disfrutar
de la gran bajada del pueblo, a un trote suave la fui descendiendo, por el
camino venía haciendo una terapia de respiración, porque el olor a eucaliptos,
es divino, el clima espectacular, el sol radiante, por el camino me encontré
unas ramas de eucaliptos, las recogí, la metí en el morral, llegué a una zona
donde hay un gran árbol de eucaliptos, me encanta porque debe de ser muy viejo,
le realicé mis trabajos fotográficos, desde aquí vi al Hotel Humboldt, ya se
veía lejos, seguí mi recorrido, aprovechando los planos de la carretera, bajé y
pasé por la casa de mi amiga la Señora: Ana Fiorianni, al pasar por el
restaurante SOJO, saludé a un señor con una camisa roja, a lo lejos lo vi en la
entrada, ahora vendría la largas bajadas, curvas tras curvas, al llegar a una
curva, me subí a un cerrito para tomarle fotos al hermoso Picacho de Galipán,
ya eran las 9;44 de la mañana, seguí bajando por la carretera, pasé por una de
las hermosas casa: El Rancho de Oro, hasta que salí al cruce, de las tres vías,
donde vi las nuevas columnas para el teleférico de la Guaira, no vi ningún
movimiento de trabajos, en esta zona colocaron un puesto de vigilancia policial,
tomé la carretera, para seguir bajando hacia el Pueblo de San José de Galipán,
llegué a una curva, donde hay una hermosa vista hacia la Guiara, me monté en
esa loma, para realizar mis trabajos fotográficos, el mar, se unía al cielo, vi
barcos anclados, otros rumbo al norte, se detalla las siembras de las arboles
de eucaliptos, muchas posadas vi con esta hermosa vista, el picacho de Galipán
despejado, le realicé un pequeño vídeo para que admiren la hermosa vista, ya el
hotel Humboldt, lo veía más lejos y chiquito, ya eran las 9:55 de la mañana.
Seguí descendiendo por la
carretera, los chóferes al verme bajar, me saludaban muy cortésmente, algunos
me tocaban la corneta, logré llegar a una curva, que hay una mata de guayaba,
me detuve un instante, tomé un poco de agua, me comí me segundo salvavidas,
otro chocolate, realicé algunas tomas fotográficas, seguí descendiendo, al
llegar a los previos del pueblo de San José de Galipán, las sombra de los
grandes árboles me ayudaban con el sol, entré a esta zona acompañado por los
cantos de las aves, vi al hermoso picacho de Galipán despejado, hermoso es muy
hermoso es este Picacho, me monté en una loma, para tomarle unas fotos, ya eran
las 10:29 de la mañana, a darle corrido hasta que llegué al Pueblo de San José
de Galipán, por el camino me detenía para tomarle fotos a las haciendas y
casas.
Logré llegar al Museo de
Arte Ecológico Jardín de las Piedras, me detuve un instante, le realicé varias
fotos, luego le pasé por un lado a la alcabala, vi a un Guardia Nacional, en la
garita, lo saludé con mis buenos días, le informe que venía de Caracas, que
subiría en la tarde, un ida y vuelta, ahora vendría la zona más dura, porque no
hay árboles, y el sol entra a la carretera, ya tenía el mar más cerca, vi el
Puerto de la Guaira y el aeropuerto Internacional de Maiquetía, terminé de
bajar llegué a la entrada de Macuto a las 11 :15 de la mañana, me tomé varias
fotos para dejar constancia.
Bajé a la avenida la
Costanera de Macuto, le pasé por un lado al parque infantil temático de la
Guaira, vi que le quitaron la reja, entré, la recorrí trotando, me paré un instante,
para realizarle algunas tomas fotográficos a las instalaciones, seguí
recorriendo la calle, pasé por un lado de la iglesia de Macuto, me persigné,
crucé el puente de hierro, para ir hasta la famosa Plaza de las Palomas, que
por cierto no vi ni una, llegué a balneario de Macuto, me dirigí a la playa, me
senté a la orilla del mar, justo al lado de una pareja, a las 11;44 de la
mañana, me quité mi zapatos, ahora a comer, saqué mi plato de pasta corta, que
me realizó mi linda esposa: Zaida Elizabeth Angulo Contreras, luego me comí mi
arepa de Trigo, rellena con perico con salchichas, sentado, descansé un rato,
realicé mis trabajos fotográficos, traté de llamar a mi esposa, para darle la gran
noticia, que ya había llegado al mar, pero no tenía cobertura el teléfono, me
quité la camisa, guardé mis zapatos en una bolsa, los metí en mi morral, me
metí al mar de un chapuzón, el agua están helada, pero mi cuerpo la recibió con
mucho agrado, disfruté un gran rato el mar, agradeciéndole a Dios por
permitirme realizar esta travesía, conversé un rato con la pareja, lo costoso
que estaba todo, y en dólares, le pedí el favor a la muchacha, que me tomara
una foto, para dejar constancia, me comenzó a echar broma, que así somos las
mujeres, me decía que no me iban a creer, que estaba en la playa sólo, al rato
me senté en la orilla del mar, lave la piedra que me encontré, el Cuarzo
Blanco, lo recé por si acaso.
Ya era hora de regresar
al Cerro, para que me alcanzara los tiempos, me coloqué mis zapatos, mi camisa,
me despedí de la pareja, salí al bulevar de Macuto, pasé justo al frente al
viejo Hotel Colonial, allí pasé mi Luna de Miel, con mi linda esposa, hace
exactamente 34 años, le tomé una foto a las instalaciones, comencé a caminar
rumbo a la Iglesia de Macuto, vi que la iglesia estaba abierta, entré unos cinco
minutos, me senté en unos de los bancos, estaban rezando el Santo Rosario, los
acompañé un rato con las oraciones, me dirigí al altar, le realicé algunas
tomas fotográficas, salí de la iglesia, me persigné pidiéndole al Dios Padre,
su santa bendición, ya eran las 12:30 del mediodía, me regresé por la avenida
principal de Macuto.
Ahora me tocaría el
desafío mayor, subir de La Guaira a Caracas, comencé a subir por la carretera,
bajo un inclemente sol, a darle fuerte, sabía que tenía que subir rápido hasta
San José de Galipán, por el camino me detuve un instante en un pequeño mirador,
para realizar unas tomas fotográficas de Macuto, ya eran las 12 ;45 de la mañana.
Fui subiendo por la
empinada carretera, pocos vehículos subieron hoy, algunas motos subiendo y
otras bajando, llegué a la Y, me detuve al borde de la carretera, para tomarle una foto al mar, a las 1.11 de la
tarde, un paso de excursionista, a un paso fuerte fui subiendo, hasta que logré
llegar a la Alcabala de La Guardia Nacional, al pasar me despedí del Guardia
Nacional, sabía que ahora tendría la sombra de los árboles, administrando el
agua, porque por esta zona no hay agua, la meta seria ahora darle corrido,
hasta el Pueblo de San José de Galipán, quería llegar a los pocitos del riachuelo, para quitarme el
agua salada, por el camino me pasó un motorizado, que muy amable me ofreció
llevarme, le agradecí, le dije: que estaba corriendo, después de subir por la
larga vía, logré llegar al Pueblo de San José de Galipán, no vi a ni una
persona, al llegar a las Rocas Grandes que están en la vía, entré por un
caminito, vi una pequeña caída de agua, me metí y me di un buen baño con esa
agua fresca, ya eran las 2:07 de la tarde, saqué del bolsillo de mi morral la
Piedra Preciosa que me regaló Dios, la lavé nuevamente en el riachuelo, para
que se cargara de energía, salí nuevamente a la carretera, seguí sabiendo por
la carretera, al rato fui pasando por los pequeños miradores, en una curva del
camino vi que bajaba agua de una quebrada, me refresque la cara y los brazos.
Mi teléfono celular, me
anunció que tenía la batería baja, así que no pude seguir tomando fotos de mi
recorrido, logré llegar a la Intersección de Las Tres Vías, al pasar por el
puesto Policial, saludé con mis buenas tardes, para tomar la vía del centro,
que es la que llega más directo al pueblo de Galipán, ya se me había acabado mi
bebida energética, ósea que tenía que aplicar mi plan B, ir a la casa de unos
amigos de mi hermana: Rosa Elena Sira Pérez, al Restaurante SOJO, entré a las
instalaciones, toqué las puertas, pero no me atendió nadie, entré por una calle
de tierra, escuché voces, toqué, me anuncié: Buenas Tardes, Buenas Tardes,
cuando gritaron Adelante, Pasé, le respondí, se puede, al llegar, vi a un señor:
me le presenté , le dije que yo era amigo de su vecina la señora: Ana
Fiorianny, conversé un rato con el señor, se me olvidó el nombre de la amiga de
mi hermana, muy amable la llamaron, Mery, al salir me le presenté, le dije: que
yo era hermano de Sira, quien muy amablemente me saludo, preguntándome por mi
hermana, conversamos un rato, llegó un señor con una camisa roja, me saludo, me
dijo; usted fue el señor que me saludó en la mañana, le respondí que sí, que había
bajado a la Guaira a Macuto a darme un buen baño en el mar, que era parte de mi
entrenamiento para correr el Maratón de Caracas, me comentaba asombrado, que si
yo corría aquí en la montaña, cuando corriera en lo plano volaría, él me
comentó que iba a caminar al Picacho de Galipán, una vez a la semana,
conversamos un buen rato, le pedí el favor a la señora Mery, que me regalara un
vaso de agua, que me había quedado sin agua, muy amable me dio un vaso grande
de agua bien fría, me dijo; que si quería me llenaba un pote, le agradecí el
gesto, saqué de mi morral la vejiga, me la llenó, le agradecí, le dije; que con
esta agua llegaría hasta mi casa, me preguntó que en donde vivía, le dije que
en la avenida San Martín, se quedó asombrada, me preguntó; Usted se va hasta su
casa caminando, le dije que sí que bajaría, por la pica de lo Pinabetes, Los
Venados, Clavelitos, hasta Cotiza, asombrada me dijo que mis rodillas las
tendría bien fortalecida, que desde cuando estaba haciendo ejercicios, si desde
niño, le respondí: que si, desde niño he recorrido todo el parque nacional, me
despedí de los dos señores y de la señora Mery, quien le envió muchos afectos a
mi hermana, muy amable se me puso a la orden, que cuando quisiera pasara, que
estaba a la orden, salí de las instalaciones del restaurante, que poseé una
bella vista al Picacho de Galipán, que a esa hora ya estaba nublado, no se
veía, ahora me tocaría subir, por toda la calle del Pueblo de Galipán, fui
pasando por las siembras y los pinos, hasta que llegué nuevamente al árbol de
eucaliptos grande, a un trote suave, recorrí la calle plana, para afrontar la
fuerte subida, por aquí recogí algunas ramas de eucaliptos, para llevármelas a
mi casa, al rato llegué a la zona de los Caballos y restaurantes y tiendas de
Galipán, al pasar saludé a los policías, y a una de las anfitrionas de los
restaurantes.
Subí hasta la redoma de
Galipán, para llegar a la Capilla de la Virgen de la Milagrosa, entré
nuevamente a la capilla, para despedirme de la Virgen, le pedí la santa
bendición, salí de la capilla, ya eran las 4 de la tarde, me tocaría ahora
subir por la carretera, para ir en busca de la pica Guayabo Mocho, para bajar
hasta la intersección de la Pica de Los Pinabetes, la recorrí como siempre con
mucha cautela, saltando de un lado a otro lado, apurando mis pasos, para salir
pronto del este hermoso bosque, pasé por el sector de Las Palmas, siempre que
paso aplaudo, y grito LAS PALMAS, luego bajé por la zona del Café, los Cafetos,
a un trote suave, llegué al viejo tanque de agua, olvidad deteriorado por el
tiempo, abandonado, es un indicativo que se está llegando a los previos de los
Venados, logré salir de la Pica de los Pinabetes, a la famosa pica conocida por
nosotros los excursionistas y corredores cómo: la Pata de Gallina.
Tomé la pica, para bajar
al centro recreativo los Venados, llegué a la carretera de tierra, hasta que
llegué a las instalaciones, al pasar por la cancha de bolas criollas, salió un
perro a ladrame, seguí mi trote, bajé por la carretera, recorrí todo Los
Venados en solitario, ni una sola persona vi, fui bajando por la carretera,
hasta que llegué a la Quebrada Anauco, pasé por el paso de peatones, el puente
de hierro, ahora a subir por la carretera de tierra, a un trote suave, pero ya
mis piernas venían muy cargadas y cansadas, llegué a lo plano de la carretera
de tierra, a un trote suave, pero constante, llegué al Mirador Anauco, me
detuve un instante, me senté en banco de madera, para tomar un poco de agua, seguí
descendiendo por la carretera, hasta que llegué al puesto de guarda parque de Clavelitos,
le pasé por un lado, las puertas estaban abiertas, pero no estaba mi gran amigo
Leo Dugarte Jerez, bajé por la carretera, me gusta ir por todo el medio, por la
unión, es más lisa, por este zona venía bajando un corredor, le pasé por un
lado, lo saludé, a mi ritmo, vi a una muchacha subir la saludé, quería terminar
el largo recorrido, le pasé por un a lado de la Pica de la Mona, llegué a al
alcabala, me despedí de los guardias Nacionales y Guarda parque, a un trote
suave logré llegar a Cotiza, le pasé por un lado a una muchacha, llevaba unos audífonos
puesto, no me escuchó cuando le pasé por un lado, se asustó, al tomar la zona
plana, para ir a la autopista, con el desnivel del piso, casi que me caigo, una
señora me vio, le dije: que ya mi piernas no tenían fuerzas, me dirigí a la
autopista de la cota mil, me senté en el muro de protección, saqué mi perolito de
mi morral, ya eran la 5 de la tarde, ósea que me tardé bajando desde la Redoma
de Galipán de la Capilla de la Virgen de la Milagros, a la Cota mil, una hora.
Crucé con mucha cautela
la autopista, para subir por el hombrillo de la vía contraria, le pasé por un
lado al campo deportivo, hasta que llegué al final de la autopista, me volteé
un instante, para visualizar todo el recorrido que había realizado, ahora me tocaría
bajar por el Tribunal Supremo de Justicia, el Puente del Guanábano, para bajar
por la avenida Baralt, disminuí mi paso, me dije ya está bueno ya, pasé por
Capitolio, por la Plaza Caracas, por la plaza Miranda, para tomar la avenida
San Martín, le pasé por un lado a la estación del metro de Capuchinos, la de
Maternidad, hasta que llegué a la estación del metro de Artigas, me volteé a
ver el hermoso atardecer, hermoso los picos despejado, agradeciéndole a Dios
por el permiso divino, crucé la avenida, pasé por el frente del Centro Comercial
Los Molinos, Farmatodo, venia cansado y con mucha hambre, así que me detuve en
una fábrica de pan Andino, entré y me compré un Camaleón, para comérmelo con
café, subí por el Callejón Lugo, al llegar a mi casa, subí derechito a mi
cuarto, saludé a mi esposa Zaida Elizabeth Angulo Contreras, le dije que me había
ido a la Guaira, me dijo que se lo imaginaba, porque el día estuvo muy bello, me
di un buen baño de agua fría de pipote, al salir ya mi linda esposa, me tenía
mi café y el pan dulce el Camaleón, relleno con mantequilla, me senté en la
cama a descansar y a merendar.
Tenía ya dos años que no
realizaba esta travesía, la había realizado sólo de ida, y hace como unos
cuatros años, la realicé con unos amigos corredores, pero esa vez bajamos por
el teleférico.
Es parte de mi
entrenamiento y acondicionamiento de mi cuerpo para tener la resistencia, para
realizar el Maratón de Caracas que se realizará el 21 de marzo.
Esperando que este
escrito sea de guia y de inspiración para que muchos jóvenes, atletas,
excursionistas la realicen, es un gran desafío, con una prueba de resistencia, mostrándole
el camino a seguir.
Por Hernán José Sira
Pérez
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